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ЖАНРЫ

DE NAUFRAGIOS Y AMORES LOCOS
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Fui a visitar a mi madre y abuela a las que encontr'e bien de salud pero preocupadas por mi larga ausencia, las tranquilic'e como pude y regres'e con los documentos necesarios para instalarme en la Habana. Tan buena era mi suerte que a la vecina nuestra por el lado derecho, la del final del pasillo le dio un patat'us y guard'o el carro. El mismo Sim'on se encarg'o de hacer la solicitud del cuarto, ahora vac'io, por colindancia y al cabo de un mes se lo autorizaron. Abr'i una puerta de comunicaci'on en la pared que los separaba y nos vimos en posesi'on de un local bastante bien conservado. Los funcionarios de Vivienda se llevaron todo lo servible que encontraron all'i para entregarlo a otros casos sociales, por lo que entonces nos sobraba espacio o nos faltaban muebles que es lo mismo.

Sim'on con mis cuidados se restableci'o bastante y hasta engord'o un par de libritas, le mand'e a hacer nuevos espejuelos y personalmente le curaba las f'istulas en su espalda. Cuando le estaba tomando cari~no se muri'o. Amaneci'o un d'ia tiesecito y frio, infarto del miocardio.

Apenas tuve los papeles de la vivienda a mi nombre pens'e mudarme de all'i, pero la envidiable posici'on del lugar me hizo desistir de la idea y empec'e entonces a buscar trabajo. Encontrar una pincha suave, que tenga buen salario y donde se puedan resolver cositas extras no es f'acil, de eso me di cuenta cuando me met'i casi tres meses busc'andola y no apareci'o. Ya los fonditos que hab'ia tra'ido de la casa y los pocos pesos que dej'o Sim'on debajo de una colchoneta se hab'ian esfumado o m'as bien fumado. A diario hac'ia un par de pesos vendiendo hielo a otros vecinos que no ten'ian refrigerador, pero aquello no satisfac'ia mis aspiraciones.

Un vecino me propuso vender ron, otro carne de res, otra cemento de una micro brigada, pero ten'ia terror de que me sorprendieran in fraganti en aquellas ilegalidades y fuera a parar a la c'arcel, de esa siempre me cuid'e. Por fin recal'e de operador de una m'aquina conformadora de pl'astico con un merolico que fabricaba argollas, aretes, hebillas de pelo, pozuelos, peines y mil baratijas m'as. Aparte de recibir diariamente veinte pesos de salario pod'ia llevarme alguito, que luego vend'ia por mi cuenta, por lo tanto en general escapaba con unos treintaicinco o cuarenta pesos cada d'ia. Una verdadera fortuna para la 'epoca.

Ahorrando al m'aximo al cabo de tres meses ten'ia ya casi cuatro mil cabillas, que dos meses despu'es ascend'ian a doce mil. Tuve la suerte adem'as de que me sorprendiera en la Habana el alboroto de las salidas masivas para los Estados Unidos por el Mariel. Un hermano de mi patr'on era cantinero de una de las villas tur'isticas de Guanabo, creo que de Playa Hermosa y lo o'i diciendo que necesitaban un ayudante de cocinero contratado para darle servicio a los tripulantes de las miles de embarcaciones recaladas en el puerto. Enseguida me ofrec'i, qu'e t'itulo ni un carajo, le dije, a ti lo que te hace falta es un cocinero y ese soy yo. Su hermano logr'o convencerlo de que yo era responsable y trabajador y me acept'o.

Dos d'ias despu'es estaba balanceando mi mareo inicial en un barco langostero, uno no, dos barcos unidos por fuertes cabos trenzados, que fondearon en el centro del puerto y que fung'ian como 'area de venta. Con la mentalidad de hoy all'i hubiera hecho un pan, pero en aquel entonces si te cog'ian con un d'olar en el bolsillo, aunque fuera con uno solito te buscabas una salaci'on. De todas maneras siempre pude escapar como se dice, baste decir que a diario, despu'es del cuadre entreg'abamos m'as de cinco mil fulas, aparte de dos mil o tres mil pesos cubanos, s'i, porque los que hac'ian su segundo o tercer viaje yo no s'e c'omo se las arreglaban para andar con dinero nacional.

Lo menos que yo hice fue cocinar, parrillaba langostas, camarones y bistecs de res y cochino. Pollo se vend'ia bastante, lo mismo crudo que frito. Otra cosa que compraban mucho, yo dir'ia que lo que m'as compraban era ron Havana Club, me imagino que para despu'es revenderlo en la Yuma y tambi'en cocos, panes galletas. Aquello era una locura, ni por las noches ten'iamos descanso. Yo pude salir si acaso unas seis veces a la casa a dormir un rato, entonces era cuando aprovechaba y escondidos dentro de unas pi~nas, que calaba previamente por debajo, sacaba mis fajitos de d'olares y pesos. En ese tiempo un d'olar se vend'ia en bolsa negra a cuatro o cinco pesos.

Yo me pas'e la mayor parte de ese tiempo, casi dos meses, pr'acticamente anestesiado, me met'ia una botella y pico de ron al d'ia y no era tanto por el gusto de tomar por tomar, sino para aliviar el cansancio. All'i perfeccion'e un poco mi ingl'es, porque aunque casi todos los clientes eran cubanos yo aprovechaba para sacar guara con ellos y les preguntaba el nombre de las cosas que compraban, y c'omo se dice esto y c'omo se dice lo otro. Aquello era un para'iso mar'itimo, nunca podr'e olvidar aquel tiempo. Los que si dicen que tuvieron que mam'arsela como el chivo eran los escorias que se iban. Los ten'ian concentrados en unas 'areas grandes alambradas y dicen que las pi~naceras que all'i se formaban eran del carajo pa’lante. Por una caja de cigarros se lleg'o a pagar all'i hasta cien pesos. Yo conozco gente, de los vecinos del lugar, que se hicieron pr'acticamente ricos en un par de meses revendiendo cosas.

Cuando se acab'o todo me met'i casi una semana durmiendo, me levantaba nada m'as que a comer y a mear. Estaba prieto que parec'ia un carb'on.

De inmediato con los fondos ingresados me dediqu'e a poner cuqui el apartamento, arregl'e y pint'e las puertas, paredes y ventanas, compr'e manteles, cortinas, una nueva tasa sanitaria y un lavamanos, tambi'en una cocinita de gas, un aire acondicionado y un televisor Caribe new paquet.

Me quedaba una buena porci'on de dinero todav'ia y aspiraba en breve a comprarme una moto Riga, que no ser'ia gran cosa, pero gastaban poca gasolina y serv'ian para moverte a cualquier lugar. Eso era lo que pensaba, pero no s'e porque a m'i, y me imagino que a todo el mundo le pase igual, siempre que tengo un proyecto casi cuadrado en la mente se me va al piso. Cuando yo digo que el Destino es lo m'as grande del mundo.

Hab'ia ido una tarde a ver una pel'icula cubana que estrenaban en el cercano cine “Payret” y cuando salgo de all'i, ven'ia con la vista gacha encendiendo un cigarro y miro para el frente del Capitolio veo una gente conocida. El coraz'on me dio un brinco, no pod'ia ser. Aguc'e la mirada y aun as'i me parec'ia que estaba so~nando. Mis pies, creo que sin que el cerebro se lo ordenase ya me estaban acercando a ella. No me hab'ia visto y cuando le habl'e, bajito por la duda de estar equivocado, la voz me sali'o gruesa y era por el nerviosismo

_ !?Bety?!

Se volvi'o poni'endose al mismo tiempo las manos en la cabeza.

_Pero Rey, si t'u me has ca'ido del cielo, mi Patico_ y al momento comenz'o a llorar emocionada.

S'i, era mi Bety, la rubita alocada de aquellas noches camag"ueyanas.

_Pero muchacha, ?qu'e t'u haces aqu'i? Yo te hac'ia en Rusia !C'almate! Ven, vamos a conversar.

Sentados en la escalinata del Capitolio me pas'o todo el casete. Cuando abord'o el barco para Odesa deb'ia haber ca'ido con la menstruaci'on desde una semana antes, pero no le dio mucha importancia al asunto pensando que el nerviosismo por el viaje era el culpable del atraso. Le ayud'o a corroborar la idea de que no estaba embarazada, el hecho de que fue una de las que menos vomit'o a causa de los mareos en el viaje, que dice que entre hembras y varones hizo estragos debido al mal tiempo que los acompa~n'o.

Llegaron a Odesa despu'es de veinti'un d'ias de navegaci'on y nada de regla, llegaron a Tula la ciudad donde iban a estudiar y nada, pas'o otro mes y empez'o a preocuparse seriamente, pero no fue al m'edico. Me cont'o que all'a los servicios de salud eran un desastre, olv'idate de lo que publican en Sp'utnik, me dijo que aquello hab'ia que verlo para creerlo. En definitiva cuando fue y le corroboraron que ten'ia casi tres meses y que no se lo pod'ian sacar decidi'o continuar fingiendo, pues sab'ia que estaba prohibido estrictamente a las estudiantes salir embarazadas. Se le ocurri'o ponerse una faja y como estaban a fines de oto~no y en el invierno los largos y gruesos abrigos que deb'ian usar le escondieron la barriga pudo seguir ocultando el hecho hasta que ya en febrero, con siete meses, la bomba explot'o. Se enter'o el representante de los alumnos, despu'es el jefe de la oficina, luego otro funcionario de la embajada, hasta que decidieron enviarla de regreso a Cuba.

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