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ЖАНРЫ

Хитроумный идальго Дон Кихот Ламанчский / Don Quijote de la Mancha
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Al o'ir estas locuras, dijo el labrador:

–Mire, se~nor, que yo no soy don Rodrigo de Narv'aez ni el Marqu'es de Mantua, sino Pedro Alonso, su vecino; ni vuestra merced es Valdovinos ni Abindarr'aez, sino el honrado se~nor Quijana.

–Yo s'e qui'en soy -respondi'o don Quijote- y s'e que puedo ser no solo los que he dicho sino los doce Pares de Francia [32] , pues todas sus haza~nas las puedo yo superar.

Llegaron al pueblo cuando ya anochec'ia y entraron en la casa de don Quijote, donde se encontraban el cura, Pero P'erez, y el barbero, maese [33] Nicol'as, que eran buenos amigos de don Quijote.

32

Pares de Francia –

Пэры Франции, группа крупнейших феодалов, состоящая из двенадцати прямых вассалов короля Франции

33

maese – (устар.) учитель

Los dos, junto con la sobrina y el ama, discut'ian sobre la ausencia de su amo y sus malas lecturas, que le hab'ian hecho perder el juicio.

–Hace tres d'ias que no aparecen ni 'el, ni el roc'in, ni la lanza, ni las armas -dec'ia el ama-. La verdad es que la culpa es de esos libros de caballer'ias que 'el tiene y suele leer. Ellos le han quitado el juicio. Ahora recuerdo haberle o'ido decir muchas veces que quer'ia hacerse caballero andante e irse a buscar aventuras por esos mundos.

La sobrina dec'ia lo mismo:

–Sepa, se~nor barbero, que muchas veces mi t'io le'ia esos libros durante d'ias enteros, y cuando dejaba el libro, cog'ia la espada, se pon'ia a pelear con las paredes y dec'ia que hab'ia matado a cuatro gigantes o m'as. Pero yo tengo la culpa de todo, porque no avis'e a vuestras mercedes de los disparates de mi t'io, para que le quitaran y quemaran todos esos libros.

–Esto digo yo tambi'en -dijo el cura-, y ma~nana mismo los echaremos al fuego, para que no den la oportunidad a otro de caer en la locura de nuestro buen amigo.

Todo esto estaban oyendo el labrador y don Quijote. El labrador comprendi'o as'i la enfermedad de su vecino y comenz'o a decir a voces:

–Abran vuestras mercedes al se~nor Valdovinos y al se~nor Marqu'es de Mantua, que viene malherido, y al se~nor Abindarr'aez, a quien trae preso el valeroso Rodrigo de Narv'aez.

A o'ir las voces salieron todos y se fueron a abrazar a don Quijote, pero 'el dijo:

–Deteneos, que vengo malherido por culpa mi caballo. Llevadme a mi cuarto y llamad, si posible, a la sabia Urganda [34] que cure mis heridas.

34

sabia Urganda – известная героиня рыцарских романов, владевшая магией исцеления

–Suba, vuestra merced -dijo el ama-, que, aunque no est'e esa se~nora, aqu'i le sabremos curar.

Lo llevaron a la cama y 'el pidi'o que le dieran de comer y le dejaran dormir, que era lo que m'as le importaba.

Cap'itulo VI

El cura y el barbero queman los libros de don Quijote

Al d'ia siguiente, don Quijote todav'ia dorm'ia cuando llegaron el cura y el barbero. Pidieron a la sobrina las llaves de la habitaci'on donde estaban los libros, y ella se las dio de muy buena gana. Entraron todos en la habitaci'on, y el ama con ellos. Encontraron m'as de cien libros grandes y otros peque~nos.

En cuanto el ama los vio, tuvo miedo de que en la habitaci'on hubiera alg'un encantador [35] de los muchos que hab'ia en esos libros y les hiciera da~no tambi'en a ellos.

El cura se ri'o de la simplicidad del ama, y mand'o al barbero que le diera aquellos libros uno por uno, para ver de qu'e trataban, pues pod'ia ser que algunos de ellos no merecieran terminar en el fuego.

–No -dijo la sobrina-, no hay por qu'e salvar ninguno, porque todos han sido los causantes de la locura de mi t'io. Mejor ser'a tirarlos por la ventana al corral del patio y luego quemarlos.

35

encantador –

чародей

Lo mismo dijo el ama, pero el cura quiso, por lo menos, leer antes los t'itulos. Y el primero que el barbero le dio en las manos fue Amad'is de Gaula, y dijo el cura:

–Seg'un he o'ido, este libro fue el primero de caballer'ias que se imprimi'o en Espa~na. Y as'i, me parece que, por ser el principio y origen de todos los dem'as libros, lo debemos echar al fuego sin excusa alguna.

–No, se~nor -dijo el barbero-, que tambi'en he o'ido decir que es el mejor de todos los libros de caballer'ias, y por eso se debe salvar.

–Es verdad -dijo el cura-. Veamos ese otro que est'a junto a 'el.

–Es las Sergas de Esplandi'an, hijo leg'itimo de Amad'is de Gaula —dijo el barbero.

–Pues -dijo el cura- no le ha de valer al hijo la bondad del padre. Tome, se~nora ama, abra esa ventana y 'echelo al corral para quemarlo.

Y sin querer cansarse m'as en leer libros de caballer'ias, mand'o al ama que tomara todos los libros grandes y los tirara al corral. Ella, que ten'ia muchas ganas de quemarlos, tomando ocho de una vez los arrojaba por la ventana. Al coger muchos juntos, se le cay'o uno a los pies del barbero y este lo recogi'o para ver de qui'en era. Ley'o el t'itulo: Historia del famoso caballero Tirante el Blanco.

!V'algame Dios!
– exclam'o el cura-. Tirante el Blanco es, por su estilo, el mejor libro del mundo: aqu'i comen los caballeros y duermen y mueren en sus camas, como lo hacemos todos. Ll'eveselo a su casa y lea las aventuras del valeroso caballero de Montalb'an y los amores y mentiras de la viuda Reposada; ver'a que es muy divertido y que es verdad lo que os he dicho.

–As'i ser'a -respondi'o el barbero-, pero ?qu'e haremos de estos peque~nos libros que quedan?

–Estos -dijo el cura- no deben de ser de caballer'ias sino de poes'ia, y no merecen ser quemados como los dem'as, porque no hacen ni har'an el da~no que han hecho los de caballer'ias.

–!Ay, se~nor!
– dijo la sobrina-. Bien los puede vuestra merced mandar quemar como los dem'as, porque ser'ia peor que al leerlos mi t'io quisiera hacerse poeta, que es enfermedad incurable.

–Esta doncella dice la verdad -dijo el cura-, y ser'a bueno quitarle a nuestro amigo la ocasi'on de enfermar otra vez. Pero ?qu'e libro es ese?

La Galatea [36] , de Miguel de Cervantes -dijo el barbero.

–Hace muchos a~nos que es gran amigo m'io ese Cervantes -dijo el cura-. Su libro tiene algo de buena invenci'on; propone algo pero no llega a ninguna conclusi'on: es necesario esperar la segunda parte que promete. Entretanto, gu'ardelo usted en su casa.

–Con gusto lo har'e -respondi'o el barbero-. Y aqu'i vienen tres, todos juntos: La Araucana, La Austr'iada y El Monserrato.

36

La Galatea – первое крупное произведение Сервантеса; вторая часть так и не была опубликована

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